En esencia, toda emoción constituye un impulso que nos moviliza a la acción.
Cada uno de nosotros viene equipado con unos programas de reacción automática o una serie de predisposiciones biológicas a la acción. Sin embargo, nuestras experiencias vitales y el medio en el cual nos haya tocado vivir irán moldeando con los años ese equipaje genético para definir nuestras respuestas y manifestaciones ante los estímulos emocionales que encontramos.
Las emociones son estados afectivos innatos y automáticos que nos sirven para adaptarnos con mayor facilidad al entorno.
Algunas personas tienen más facilidad que otras para expresar con palabras sus propios sentimientos; La palabra empatía proviene del griego empatheia, que significa “sentir dentro”, y denota la capacidad de percibir la experiencia subjetiva de otra persona.
Las investigaciones sobre la comunicación humana suelen dar por hecho que más del 90% de los mensajes emocionales son de naturaleza no verbal, y se manifiesta en aspectos como la inflexión de la voz, la expresión facial y los gestos, entre otros.
De ahí que la clave que permite a una persona acceder a las emociones de los demás radica en su capacidad para captar los mensajes no verbales.
De hecho, diversos estudios han evidenciado que los niños que tienen más desarrollada esta capacidad ( la empatía ) muestran un mayor rendimiento académico que el de la media, aún cuando sus coeficientes intelectuales sean iguales o inferiores al de otros niños menos empáticos.
Descubrir, identificar y diferenciar las emociones es una forma de educar a nuestros alumn@s para que sientan sin temor, para que se descubran a sí mismos y así, convertirse en adultos auto conscientes con habilidad sensitiva para afrontar los retos de la vida.